Hay una clase de bestias menores nacidas de los residuos de la creación, de los olvidos de los mitógrafos, de los mediodías de sol de algún dibujante trasnochado en su jardín, de biromes, cuadernos y márgenes. Son criaturas inconclusas, borrosas, que no terminan de hacerse ver. Sólo adquieren algo de realidad en catálogos, en burocráticas listas, en enumeraciones de cosas que casi existen.