Este a la vez tosco y rebuscado retrato de un pulgar siniestro fue inspirado por este otro, mucho más preciso, del amigo Aquindo, que a su vez fue provocado por otro anónimo y diestro visto por él en una vidriera parisina. Al igual que lo que sospecha Sergio del suyo, creo que este gordo dedo mío tampoco dice todo lo que debería y, lo que es peor, quizás termina revelando algo de eso otro que yo siempre ando tratando de disimular.