Contratiempos

Algunas breves viñetas a destiempo que quizás en algún futuro y siempre que el tiempo lo permita, hayan sido la semilla de algún próximo libro.

Patrones

Ilustración a tinta para el relato breve Patrones

Se despertaba con el canto del gallo. Juntaba unas ramitas y prendía el fuego. Desperezándose, los perros se arrimaban al fogón. Ponía la pava y se quedaba absorto mirando el chisporroteo de las llamas. Sentado en la sillita de la galería, mateaba y fumaba contemplando cómo lentamente iba clareando la vida en esa llanura que le era tan familiar. Después de alimentar a los animales salía caminando —a veces iba silbando— hacia la hacienda en la que trabajaba desde casi siempre.

Una víspera de navidad, además del pan dulce y la sidra acostumbrados, el patrón le regaló un hermoso reloj traído de la capital especialmente para él. Le dijo que se lo había ganado por su fidelidad, su puntualidad y su apego al trabajo.

Desde ese día ya no tiene tiempo para nada, ya no silba y sabe que llega siempre tarde. A veces, cuando vuelve a su rancho ya bien entrada la noche, hasta los perros lo desconocen.

El tempranero

Dibujo a tinta de un hombre a caballo fumando y esperando

Otra vez había llegado temprano. Otra vez tendría que esperar un buen rato hasta que aparecieran los primeros espectadores. Quienes no ocultarían su fastidio al encontrárselo ya ubicado, como tantas otras veces, solitario en la línea de largada. Creían que un espectáculo como ése, sin una mínima cuota de suspenso, perdía buena parte de su gracia. Poco a poco se irían poblando los costados de la precaria pista mientras él y su Mancha —la bestia más rápida en varias leguas a la redonda y a la que debía toda su fama— se mantendrían estatuarios en su posición, a la vista de todos e indiferentes a la reprobación general.

Luego, en el momento más apropiado, vería aparecer a la distancia, con un trote elegante, desafiante y hasta heroico, a su circunstancial contrincante. No importaría que éste fuera un extranjero al que nadie conocía o que arrastrara un pasado de derrotas y vergüenza; su considerada puntualidad le haría ganarse inmediatamente el favor de la concurrencia. Todos deseaban que, de una buena vez, algún retador lograra quitarle el invicto al inoportuno campeón tempranero que les había tocado en suerte.

El trámite de la carrera sería, como de costumbre, muy breve. Todavía con la nube de polvo flotando en el aire, otra vez sería él el primero en alejarse de la turba defraudada. Escapando siempre invicto, furtivo y al galope hacia el poniente. A donde llegaría justo para la hora de la siesta.

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